El cáncer y su tratamiento pueden alterar notablemente la calidad de vida del paciente. Aspectos como la movilidad, el sueño, el estado de ánimo o la autoimagen suelen verse afectados, perjudicando el bienestar y dificultando la realización de las actividades cotidianas. Hablamos del impacto del cáncer en la calidad de vida y de cómo podemos recuperarla o mejorarla.
Calidad de Vida
El concepto de Calidad de Vida es muy amplio, ambiguo y subjetivo. Puede abarcar aspectos económicos, sociales, políticos, de salud, etc.
El alargamiento de la esperanza de vida ha provocado un aumento importante de las enfermedades crónicas, como el cáncer. Como consecuencia de esto, se añadió el concepto separado de Calidad de Vida Relacionada con la Salud (CVRS).
Algunas personas definen este concepto como la percepción subjetiva, influida por el estado de salud actual, de la capacidad de un individuo de realizar las actividades que considera importantes. Aquí destaca la palabra subjetiva, porque implica que es el propio paciente quien percibe si su calidad de vida está afectada o no.
El cáncer y su tratamiento pueden alterar muchos aspectos de la calidad de vida. No solo físicos, sino también psicológicos y sociales. Es por esto que se busca evaluar, junto con el paciente y su familia, cómo podemos recuperar la calidad de vida perdida, o al menos una parte de ella.
Dolor
Algunos pacientes interpretan el dolor como una señal de agravamiento de la enfermedad, lo que les genera una gran preocupación. La suma de esta preocupación hace que el dolor se convierta en sufrimiento.
El control del dolor se consigue con analgésicos de diferente potencia (desde los más leves como el paracetamol, hasta los más fuertes como la morfina o la oxicodona). Algunos estudios han demostrado como ciertas técnicas psicológicas pueden potenciar el efecto de estos medicamentos.
Estado de ánimo
El estado de ánimo puede ser bastante variable a lo largo del proceso oncológico. El diagnóstico se suele vivir con confusión, rabia, tristeza, miedo e incertidumbre. Durante el tratamiento puede haber una cierta esperanza derivada de que el paciente tiene la sensación de estar haciendo algo contra la enfermedad. El final del tratamiento es visto con cierto miedo por parte de algunos pacientes, ya que pueden sentirse desprotegidos al abandonar un entorno médico en el que se sentían bien atendidos, cuidados y controlados.
Si hay alguna recaída en el cáncer, la reacción predominante es de desesperación: el paciente valora que el tratamiento que había hecho no ha servido para nada y que deberá volver a empezar. Y si la enfermedad avanza y tiene que preparar el final de vida también predominan el miedo, la tristeza y la rabia.
De todos modos, como ocurre con los demás aspectos de la calidad de vida relacionada con la salud, las reacciones a cada fase son muy subjetivas. Cada uno vive la enfermedad a su manera, y es bueno respetar el derecho de cada persona a elegir cómo la quiere afrontar.
Sueño y descanso
La ansiedad que acompaña la enfermedad en muchos casos dificulta el descanso nocturno. Entre un 30% y un 50% de personas con cáncer sufren de insomnio, y esto conlleva a una mayor fatiga durante el día. Además, el insomnio se autoalimenta, ya que la preocupación por no poder dormir mantiene un círculo vicioso que complica aún más conciliar el sueño.
La mejora del sueño y el descanso se consigue cambiando los hábitos durante el día (con ejercicio físico y disminución en la ingesta de cafeína) y estableciendo un ritual de irse a la cama. También es importante mantener siempre los mismos horarios de levantarse y de ir a dormir, independientemente de las horas que hayamos dormido.
Dieta
En el aspecto nutricional de la calidad de vida en personas que tienen cáncer hay que destacar, por un lado, como las náuseas y los vómitos asociados a la quimioterapia y la radioterapia alteran la dieta. El cambio en los hábitos y el uso de medicamentos antieméticos ayudarán a paliar este efecto secundario.
Conoce más de este tema descargando nuestro eBook gratuito Alimentación durante el tratamiento del cáncer.
Autoimagen
Los efectos de algunos tratamientos para el cáncer pueden cambiar el aspecto físico de una persona: caída del cabello, aumento de peso, cicatrices de la cirugía, etc. En las enfermedades oncológicas que afectan partes del cuerpo que definen la identidad (como el cáncer de mama en el caso de las mujeres, o el cáncer de testículo en el caso de los hombres) esto es especialmente grave.
La adaptación a los cambios corporales es lenta, y a menudo necesita el apoyo de personas de confianza (sobre todo de la pareja). Los pacientes deben volver a aprender a reconocerse frente al espejo y aceptar los cambios en su cuerpo.
Movilidad y ejercicio físico
Cada vez hay más estudios que demuestran las ventajas de practicar ejercicio físico cuando se tiene cáncer. Además de reducir algunos síntomas de la enfermedad y algunos efectos secundarios del tratamiento, el ejercicio físico contribuye a mejorar el estado de ánimo, la salud general y el contacto social.
Apoyo social
La familia y los amigos del paciente con cáncer también viven la situación con una gran ansiedad. Es muy importante tener alguien con quien hablar de los temas que preocupan, o para buscar ratos de distracción. Las personas del entorno también pueden ayudar en cuestiones como acompañar al paciente al médico o hacer algunas tareas domésticas que la persona enferma no puede hacer.