La edad que tenga el menor, juega un papel importante en el cómo, cuándo y qué tanto se le debe informar sobre un diagnóstico de cáncer. A los niños les sienta bien la rutina, los ayuda a sentirse seguros, pero cuando la vida se vuelve impredecible, necesitan ayuda para ajustarse a los cambios.
¿Qué y cuánto decirles?
Lo más recomendable es decir la verdad de una forma en la que los menores puedan comprender y prepararse ellos mismos para los cambios que sucederán en la familia.
- Los niños pequeños (hasta los 8 años) no necesitan mucha información detallada.
- Los niños mayores (entre 8 y 12 años)
- Los adolescentes necesitan saber más, ya que al encontrarse en la etapa de probar la independencia y sus límites, tendrán preocupaciones muy distintas a las de un niño de 5 años que requiere del cuidado básico de sus padres.
Todos los hijos necesitan la siguiente información básica:
- El nombre del cáncer, como cáncer de seno o linfoma.
- La parte del cuerpo donde se encuentra el cáncer.
- Cómo será el tratamiento.
- Los cambios que habrá en sus propias vidas.
¿Cómo decirles?
Busca un momento tranquilo en el que no pueda haber interrupciones. Puede que quieras hablar a solas con cada uno de tus hijos de tal forma que la información pueda ser adaptada según la edad y la capacidad de comprensión del menor. Esto también puede ser útil para que tengas una mejor apreciación de la reacción de cada uno de tus hijos, ya que es posible que un niño esté más dispuesto a hacer preguntas cuando no haya otros niños ni otras distracciones.
Asegúrate de tener el tiempo de responder a las preguntas y planifica cómo manejar las interrupciones antes de iniciar. Si te detienes para contestar el teléfono, apagar la estufa o sacar al perro durante el momento en que el menor intenta tener una conversación abierta, puede que le resulte más incómodo volver a intentarlo.
Planifica cómo hablarás con cada hijo. Piensa en lo que quieres comunicar y cómo responder a las preguntas en un nivel que cada hijo pueda comprender, pero de forma seria y sensible. El objetivo es establecer una base para una línea de comunicación abierta con cada hijo, para que el menor acuda a ti con sus preocupaciones, necesidades y temores. También es importante hacer un seguimiento de cómo está lidiando cada uno con esta crisis durante y después del tratamiento.
A los niños pequeños (hasta los 8 años) se les puede decir que el cuerpo está hecho de muchas partes diferentes. Cuando alguien tiene cáncer significa que algo está mal con alguna de esas partes y que ha dejado de funcionar como se supone que tiene que funcionar. Una parte del cuerpo ha dejado de estar como normalmente debería estar. Con el tiempo, un tumor o masa se ha formado, o un grupo de células malas comenzaron a crecer (en el caso de la leucemia o los linfomas). El tumor (o las células malas) no deberían estar ahí. El cáncer puede propagarse y crecer hacia otras partes del cuerpo, por lo que la persona necesita tratamiento para sacar el tumor o para evitar que las células malas se propaguen a otros lugares.
Puede que algunos niños no tengan preguntas al comienzo, pero es importante animarlos a que hagan sus preguntas conforme lo vayan procesando. Los hijos mayores (de 8 años en adelante) quizá sean capaces de comprender una explicación más compleja. Puede que quieran ver imágenes sobre células cancerosas o leer sobre el tratamiento contra el cáncer. Una vez más, se recomienda que les animes a que expresen sus dudas según vayan surgiendo.
Puede que a los niños les inquiete que el cáncer sea contagioso y que lo puedan contraer, que todas las personas con cáncer mueren a raíz de la enfermedad, o que ellos o el otro padre pueda desarrollar la enfermedad eventualmente. Es bueno corregir estas ideas antes de que los niños tengan la oportunidad de preocuparse. Los niños se pueden confundir sobre cómo las personas se enferman, y una preocupación común es que el cáncer pueda pasar de una persona a otra, como la gripa. Puedes explicarles que el cáncer es un tipo diferente de enfermedad y que no tienen que preocuparse de que alguien se lo contagió a su mamá o papá, ni que ellos se contagiarán.
También se recomienda explicarles que sería muy raro que el otro padre también se enferme, o decirles a los más pequeños algo como lo siguiente: «Hace tiempo más personas morían de cáncer porque los doctores no sabían lo suficiente sobre cómo tratar o curar la enfermedad. Desde entonces, los doctores han aprendido más sobre esto y ahora hay tratamientos que pueden curar muchos tipos de cáncer. Actualmente, las personas pueden vivir con el cáncer en lugar de morir a raíz de la enfermedad.”
Además de la enfermedad en sí, los hijos suelen preocuparse por otras cosas adicionales. La más común es la creencia de que algo que ellos hicieron o no hicieron quizá haya causado la enfermedad del padre o la madre. Sabemos que esto no es verdad, pero la mayoría de los niños lo llegan a creer en algún momento durante la experiencia con el cáncer. Los niños suelen ser muy imaginativos y llegar a creerse el centro de la existencia y que pueden provocar todo tipo de cosas. Los niños también pueden creer que cosas malas suceden porque ellos han estado enojados con Mamá o Papá. Por consiguiente, cuando uno de los padres se enferma, los niños por lo general se sienten culpables y piensan que ellos son los responsables. Los niños a menudo no dicen esto; por lo tanto, es una buena idea tranquilizarlos al respecto. Los padres pueden decirles algo como «los médicos nos dijeron que nadie puede hacer que alguien contraiga cáncer, es algo que ninguno de nosotros hizo que pasara». Es mejor no esperar a ver si los niños preguntan esto, porque se podrían estar sintiendo culpables sin expresarlo.
Asegúrate también de enfatizar lo siguiente:
- Nadie es responsable de que el padre tenga cáncer (no es culpa del niño).
- Uno no puede contagiarse de cáncer como si fuera una gripe; que no pasa nada al dar un beso y un abrazo a la persona con cáncer.
- La familia participará en conjunto para lidiar con la enfermedad y su tratamiento.
- Incluso cuando el padre con la enfermedad no pueda pasar tanto tiempo con ellos, los hijos seguirán siendo queridos y atendidos durante el transcurso de la enfermedad.
Los niños pueden seguir el ejemplo de cómo los adultos sobrellevan la situación, por lo que si notan que un adulto evita abrazar al padre enfermo como solía hacerlo, puede que esto preocupe al menor. O si los adultos están apresurados y no hablan con los niños de la misma manera gentil que antes, puede que piensen que están enojados con ellos y que éstos se culpen de alguna manera por la enfermedad del padre.
En Cancer Center Tec 100, la M. en Psicología Mariana Sierra está para ayudar a la familia a pasar por este proceso. Acércate a nosotros.